BASES IDEOLOGICAS

BASES IDEOLOGICAS

NKN 
(NABARRAKO KONTSEILU NAZIONALA)



1.- ACEPTACION rotunda, sin ambigüedades, de que cualquier resultado político pende siempre de la relación de fuerzas en presencia.

Todo fenómeno en el ámbito de las ciencias sociales, es una relación. A las ciencias políticas en general, les incumbe el estudio de aquellas relaciones sociales que se originan y/o se mantienen siempre por el ejercicio o la amenaza de la violencia. Pero ni siquiera toda violencia es de carácter político, sino sólo la violencia organizada, duradera y socialmente estructurada. Es decir, que sólo mediante el uso de la violencia puede ser abolida la violencia de todo género que nos explota, reprime y pretende “normalizar”. Por eso, la acumulación de violencia que seamos capaces de reunir o ejercer debe determinar los límites de los objetivos alcanzables en cada momento.

Los que rechazan a priori la violencia como instrumento de defensa se convierten ipso facto en cómplices de la violencia de los demás y se automarginan del grupo social que se constituye en sujeto político, para engrosar las filas de otra mayoría, la del imperialismo español y francés, en nuestro caso. El “pacifismo” no es más que la máscara con que se reviste el imperialismo para disimular, de mala manera, sus permanentes intenciones y prácticas exterminadoras.

Cualquier grupo social con un acervo de fuerza suficiente para alterar el complicado y siempre tenso equilibrio- recuérdese la imagen heracliana de la flecha y el arco- puede considerarse un potencial agente político. Lo que ahora necesita para convertirse en tal, es cobrar conciencia de su propia especificidad objetiva y traducirla políticamente. Ello significa perfilar conscientemente su identidad en el plano ideo¬lógico, delimitar políticamente sus objetivos, esbozar con detalle suficiente las condiciones generales que posibilitan el mantenimiento y/o el desarrollo sin obstáculos de su lugar y su función en la historia; en una palabra formular los principios generales que regulen y dirijan la actividad política del grupo en los diferentes ámbitos o frentes de actuación.

Fijar la estrategia general y las posibles tácticas a tenor de las circunstancias que un grupo social –el pueblo vasco en nuestro caso– debe seguir a corto, medio y largo plazo, es una tarea tan difícil como ineludible. Que las masas populares se identifiquen con ella es igualmente imprescindible. Sólo la fusión de esos dos requisitos objetivo y subjetivo constituyen o conforman el sujeto político como tal. La existencia de tal sujeto es la garantía de la conservación de la identidad de un grupo social determinado. El abandono del ámbito político, es decir, del campo donde tienen lugar, por definición, la confrontación y la negocia¬ción políticas, conduce inexorablemente a la desaparición del grupo social que por uno u otro motivo comete el error.

La política pues, tanto en la práctica como en la teoría es el arte y/o la ciencia de fijarse y perseguir objetivos adecuados a la fuerza de que se dispone. Si no disponemos del mínimo de fuerza suficiente para forzar al enemigo a adoptar medidas contra su voluntad no hay por el momento ninguna posibilidad de iniciar una ofensiva política. Si las batallas políticas decisivas pueden ser posibles en el futuro, habrá que esforzarse en prepararlas mediante las actividades adecuadas tratando de evitar el fomentar falsas ilusiones que acarreen frustraciones además de facilitar respuestas políticas más contundentes por parte de los enemigos de Euskal Herria. Nuestro país convertido ahora mismo en puro objeto estratégico padece las consecuencias de la estrategia de sus enemigos que tienden a debilitarlo progresivamente. Así en el futuro no podrá, por carecer de fuerza para ello, convertirse en sujeto político ni ocupar un lugar en la historia. Toda la fuerza espontánea que despliega inútilmente es utilizada por el enemigo para reforzar su posición y de esta manera, lograr su único destino: nuestra extinción.


2.-ACEPTACION de la democracia como forma de organización global de la futura sociedad vasca.

Se busca con ahínco, por considerarlo absolutamente necesario, un debate amplio, sincero y en profundidad sobre la situación y el futuro políticos de nuestro pueblo. En este marco es posible –y exigible – no sólo soportar o tolerar un debate sino estimularlo y fomentarlo a fin de que no sean las posiciones partidistas las que establezcan y definan el orden jerárquico de la razón política en nuestro país. La discusión constante, osada pero sin acritud sobre cuestiones de ideología, de estrategia y de táctica en el seno del movimiento vasco de liberación, es una condición ineludible de eficacia política.

La democracia, al menos a partir de la aparición en escena del estado, es el conoci-miento real institucionalmente fijado y jurídicamente expresado de los sujetos políticos que habitan en un ámbito geográfico delimitado de forma que todos ellos tengan plenas y efectivas garantías de que la consecución de sus objetivos como conjuntos sociales específicos no van a ser arbitraria y violentamente obstaculizados o impedidos.

La democracia es una estructura política susceptible también de quebrarse y recomponerse, pero en algunas latitudes su larga duración y las ventajas que ha reportado y reporta, han convencido a la gran mayoría de los ciudadanos del bien común que su-pone su mantenimiento. En todo caso ninguno de los sujetos políticos constituyentes hace jamás dejación de los controles de diverso orden que garantizan su existencia como tal sujeto político y que son el único aval de que dispone para seguir ocupando un lugar bajo el sol.

Obviamente la democracia debe imperar también en el seno de la organización que dirija o encabece el proceso de liberación nacional. No deben admitirse tutelajes o vigilancias, pretorianas o de otra índole, que interfieran por vía externa las decisiones libre y mayoritariamente adoptadas en el interior de dicha organización.


3.- La EXIGENCIA INMEDIATA de un Estado moderno con las funciones, competencias y régimen que las circunstancias de todo género permiten y exigen en la actualidad, núcleo esencial en torno al cual debe girar necesariamente una estrategia vasca de liberación democrática o nacional en la presente etapa. Ninguna otra forma de estructuración política a la sombra de un estado que no sea el nuestro debe aceptarse ni siquiera como estadio intermedio.

Sean las que fueren las formas de estructuración política efectivas por las que hayamos de pasar, ninguna constituye para nosotros más que un marco impuesto desde el que seguiremos exigiendo, en mejores o peores condiciones, la plena soberanía estatal.

“La libertad nacional es el primero de los derechos humanos y la condición de todos los demás. El Imperialismo es especie de totalitarismo”.

Ante la idea generalizada de que la Unión de Estados Europeos vaya a diluirse en una “Europa de las regiones”: “Todos los estados europeos van a tener que ceder por grado o por fuerza a impulsos de un inexorable destino económico natural”; aquí sostenemos precisamente todo lo contrario: que los estados despóticos que nos oprimen nunca cederán por sí mismos ni tampoco a impulsos de ningún ciego destino, ni un ápice de su poder; habrá que obligarles a hacerlo políticamente. Si no se les fuerza políticamente en sentido contrario, negociarán entre sí para obtener garantías de que los ór-ganos europeos que se creen sirvan para mantener sus anteriores privilegios y objetivos por otros medios. Estos estados despóticos seguirán fieles en los hechos a objetivos que aparentemente dicen rechazar, reteniendo la sustancia totalitaria después de haber abandonado el caparazón y aún cuando puedan ceder algunas de sus atribuciones, se reservaran las esenciales: las atribuciones que les permitirán perdurar por un tiempo indeterminado. En el actual proceso de mundialización de todos los sectores económicos y socia-les, la recuperación de nuestro Estado, como uno más en el concierto mundial, es la única garantía real de nuestra supervivencia como pueblo con todos nuestros derechos.



4.- A partir de la fecha en que los estados que denominamos modernos inician su desarrollo –en plena Edad Media– los distintos territorios que integran Euskal Herria no han gozado ya de otra independencia que la que les ha conferido y garantizado el hecho de haber formado parte del Estado Nabarro, cima de nuestro proceso de institucionalización del poder político. Por ello el estado español y francés han tratado – a lo largo de muchos siglos y con toda clase de medios– de acabar con el Estado Nabarro sin conseguirlo del todo. La historia nos enseña que nuestra lucha continua por la libertad ha sido la lucha por la recuperación de la estatalidad que el nacionalismo español y el francés han pretendido aniquilar. Los indiscutibles éxitos que han logrado –que constituyen el anverso exacto de nuestros fracasos – solo tienen explicación en una cuasi-permanente incapacidad para dotar al admirable espíritu de lucha de nuestro pueblo de la racionalidad política que lo convierta en sinónimo de eficacia. La espontaneidad malgasta la energía popular en múltiples batallas inconexas, desplazadas e inoportunas que nos han conducido además en múltiples ocasiones, hasta la tragedia en forma de luchas fratricidas.

“Nos hallamos ante la infernal dicotomía de bascos o nabarros, auténtico ejemplo de fútil divergencia. Afirmación he¬cha de espaldas al conocimiento y a la realidad. Dicotomía del todo imposible, por precisión, coherencia y congruencia conceptual, histórica, jurídica y cultural: nabarro es un concepto político y basco lo es cultural. Nabarra y Euskal Herria son dos caras de la misma moneda.

La partición territorial del Estado Navarro tiene su origen en los diversos procesos de conquista escalonados en el tiempo de que fue víctima. En esas fracciones territoriales los estados ocupantes crearon sus estructuras político-administrativas, provincias o departamentos, que sólo obedecen a los intereses de la nación dominante.

Desde la reivindicación de la cultura nacional fundamentalmente del euskera, se plantean la necesidad de la construcción de la nación en base a Euskal Herria, para que salvaguarde la identidad cultural y lingüística, pero no llegan a visualizar la realidad del Estado propio de Nabarra”.

Todo paso anterior al objetivo inmediato (recuperación del Estado Nabarro) deberá ser utilizado como medio para lograr el fin pero nunca aceptado como fin en sí mismo.


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Para alcanzar el objetivo, los componentes de este colectivo nos comprometemos a impulsar –en pie de igualdad con todos los grupos que confluyen estratégicamente en la misma dirección– la formación de un órgano que represente, reúna y canalice toda la energía política que el pueblo vasco viene desplegando por la independencia, la democracia y la libertad.