¿QUIÉN LE PONE EL CASCABEL AL FINANCIERO?

¿QUIÉN LE PONE EL CASCABEL AL FINANCIERO?
Alots Gezauraga

Karl Marx "Nadie combate la libertad; a lo sumo combate la libertad de los demás. La libertad ha existido siempre, pero unas veces como privilegio de algunos, otras veces como derecho de todos."


El mercado financiero actual se rige, en su esencia, por el pensamiento del escocés Adam Smith, el cual, durante la Revolución Industrial Inglesa escribió hace más de dos siglos el libro “La Riqueza de las Naciones” (The Wealth of Nations, año 1776), la Biblia de los economistas liberales. Un libro donde este insigne economista estudió de forma sistemática y “científica” el proceso de creación y acumulación de la riqueza, abordado superficialmente por los economistas mercantilistas y fisiócratas anteriores. La riqueza de las naciones, según Adam Smith, se consigue mediante la libre competencia y la división del trabajo que permite un crecimiento continuo de las economías.

Este economista liberal insistía en la idea del fisiócrata francés Jean-Claude Marie Vicent de Gournay de “laissez faire, laissez passer”, es decir: “dejad hacer, dejad pasar”. Según estos economistas, una mano invisible reconduce la economía, por lo que el gobierno casi nunca debe de intervenir (sólo en casos extremos) y su misión es la de regular el mercado mediante la aplicación de las leyes apropiadas que salvaguarden precisamente la libre competencia. Gracias a este libro, “La Riqueza de las Naciones”, Adam Smith es considerado el padre de las políticas económicas gubernamentales, del liberalismo y del capitalismo en general. La obra tuvo un gran éxito ya en vida de su autor y hoy sigue siendo de rabiosa actualidad.

Es menos conocida la obra filosófica de Adam Smith, que, sin embargo, era profesor en las materias de “Lógica” y de “Filosofía Moral” en la universidad de su Glasgow natal. Destaca en esta faceta su libro “La Teoría de los sentimientos” escrita en el año 1759 y sobre la que construirá su teoría económica en “La Riqueza de las Naciones”. En esta obra filosófica y moral, Adam Smith matiza el pensamiento del inglés Thomas Hobbes (1588-1679), el cual creía que “el egoísmo” era lo que movía al hombre. Smith, sin negar el paradigma del egoísmo como motor humano, lo matiza y argumenta que el “amor a sí mismo” es controlado y dominado por la comunidad para evitar su destrucción.

Por eso, es importante “la empatía con el egoísmo del otro”, o, como Smith sentenciaba: “dame lo que necesito y tendrás lo que deseas”. Así, el egoísmo de cada particular se adapta y es limitado por el egoísmo de los demás: lo que logra en su equilibrio el bienestar general. Dicho de otra forma, un egoísmo responsable repercute en beneficio de toda la sociedad y en el desarrollo sostenido de la economía. Este segundo libro de Adam Smith, es el que no han leído los financieros.

Los financieros aplican a rajatabla los postulados del libro “La Riqueza de las Naciones” de A. Smith: así, en los principios constitutivos de la Comunidad Económica Europa (CEE, germen de la actual Unión Europea) ya estaba la libre competencia o libre circulación de capitales, bienes y personas que se concretó en el aparato jurídico-administrativo-sancionador del hoy omnipresente “Tribunal de la Competencia”.

Los financieros aplican también la “división del trabajo” o especialización del libro de A. Smith y han creado infinidad de Entidades o Sociedades Financieras, infinidad de productos financieros y sus derivados en un listado que crece a diario y que es casi imposible de comprender por el profano -y hasta por los propios financieros-, con nombres tales como: Leasing, Renting, Factoring, Confirming, Swaps, Warrants, Forwards etc. Los financieros acumulan riqueza con grandes beneficios para ellos y para los que pueden acceder a esos mercados.

Tanto es así, que toda la economía mundial es deudora de una Entidad Financiera y/o todo el mundo trabaja en una empresa que financia sus compra-ventas mediante una línea de descuentos de esas Entidades Financieras.

Pero, los financieros no aplican la parte ética de Adam Smith, el egoísmo propio debe de estar limitado por el egoísmo de los demás buscando el bienestar conjunto de la sociedad. No es porque no conozcan este principio o no sean conscientes del peligro al que nos conducen con su egoísmo desmedido, pues es totalmente intuitivo como en el dicho: “la libertad del individuo acaba donde empieza la libertad de los demás”, o el socorrido refrán: “la avaricia rompe el saco”, sino porque esa parte de la teoría de Adam Smith no les interesa pues pone freno a su egoísmo de acumular riqueza… pero, la cuestión entonces es: ¿quién le pone el cascabel al financiero?

El árbitro que debería reconducir el egoísmo de los financieros hasta un equilibrio para la sociedad es el gobierno, esa “mano invisible” debería de estar ahora muy presente. Así, viendo el egoísmo descontrolado y desmedido de los financieros que están perjudicando seriamente el bienestar global, debería de ser el gobierno o los gobiernos los que cojan la sartén por el mango.

¿Qué ocurre entonces? Que los gobiernos son rehenes del Sistema Financiero que han creado y fomentado activamente, el cual es por hoy el “soberano” del sistema económico, por lo que no son capaces los gobernantes de parar el egoísmo del sistema financiero que amenaza permanentemente el bienestar global de la sociedad.

Los gobiernos europeos necesitan de los mercados financieros mundiales para seguir emitiendo su deuda, sin la cual no son capaces de pagar a su legión de funcionarios ni mantener un mínimo de los logros sociales comunes, por lo que no pueden ni quieren poner coto al egoísmo de los poderes reales del mercado económico y financiero.

Los que mandan hoy de verdad en la Unión Europea son los financieros mediante la canciller alemana como su ejecutora material, tal y como se ha demostrado en Italia y Grecia donde, por primera vez en la historia y sin que medie la violencia armada (sólo la amenaza de la bancarrota), los financieros han hecho dimitir a sus jefes de gobierno y han puesto a otros más adecuados para sus intereses económicos sin que el pueblo sea consultado. Eso sí, todo ha sido muy democrático (estoy siendo irónico, claro), aunque “esta vez” no haya habido elecciones o pudiera el pueblo decidir nada. Resulta paradigmático que, tanto Draghi como Monti en Italia, como Papademos en Grecia, sean ex Goldman & Sachs.

Las prácticas financieras abusivas están resultando pandémicas. La UE la están construyendo los financieros, creando una Unión Económica y Financiera de Estados o plutarquía, la cual está pasando por encima de los propios ciudadanos europeos, como se demostró en los diferentes referéndums sobre Maastricht: allí donde la población votó “no”, no ha pasado nada ni ha cambiado nada, todo sigue adelante; lo mismo que los inexistentes referéndums de incorporación a la UE. Parafraseando al humorista Groucho Marx (Estos son mis principios, si a usted no le gustan, tengo otros): “Estas son mis elecciones y si no sale lo que quiero, tengo otras (o no)”.

Ante tanto “egoísmo”, el pueblo se está rebelando muy tímidamente, pues, como decía el economista y sociólogo alemán Max Weber (1864-1920): “La libertad y la democracia son sólo posibles cuando la resuelta voluntad de una nación de no ser regida como una manada de borregos está permanentemente viva”.

De momento, y pese a manifestarse organizada o espontáneamente en la calle -a veces incluso de forma violenta como en Grecia o Inglaterra-, la “rebelión de las masas” populares en Europa no ha tenido la habilidad de reconducir esa ira hacia un objetivo concreto como podría ser el enjuiciamiento y encarcelamiento de los principales financieros y/o gobernantes culpables de la bancarrota de muchas Entidades Financieras e incluso de países enteros. El ejemplo de praxis democrática de Islandia no ha tenido seguidores, al menos, de momento.