EL NACIONALIMO VASCO ES NECESARIO, PERO PARA ESPAÑA
Alots Gezuraga
Alots Gezuraga
Cuando algunos aseveramos que los partidos llamados nacionalistas vascos en su conjunto no creen ni apuestan por este Pueblo, se nos mira como las vacas al tren. Incluso se nos insulta, tal y como recoge la revista digital Zuzeu (zuzeu.eus/euskal-herria/trapaila-garaiak/). Al parecer los insultos más usados son “predemocráticos” y “totalitarios”.
El primero de los supuestos insultos es una realidad, pues es cierto que si para el conjunto del nacionalismo vasco estamos en democracia (aunque sea de “baja calidad”), para nosotros estamos en “predemocracia” o, si se prefiere por ser más visual, en un segundo franquismo.
El modelo totalitario es el que imponen quienes nos invadieron, pues por definición, el imperialismo es especie del totalitarismo. Es decir, para que el modelo español o francés no sean totalitarios, entre otras muchas cosas, los nabarros tenemos que aceptarlos o, lo que es lo mismo, renunciar a nuestro propio Estado. Que me traigan estos “demócratas” el documento donde un solo representante del Estado de Nabarra haya hecho o dicho semejante cosa. Alguno dirá que ya murieron todos ellos en el siglo XVII con Enrique III de Nabarra. Y es cierto, pero tampoco renunciaron nuestros representantes de las Diputaciones a los Fueros o leyes emanadas de nuestro Estado y que logramos a duras penas conservar hasta el siglo XIX, antes de que nos los arrebataran otra vez por las armas.
Es más, lo que también es cierto y más doloroso quizás, es que tampoco aceptó el Lehendakari Jose Antonio Agirre Lekube entrar en el Gobierno español en el exilio. Aunque su gobierno nació de la guerra creada por los militares españoles, ejerció como un Estado de verdad gracias al control del pequeño territorio en el que consiguieron ser soberanos los gudaris o milicianos vascos, es decir, nuestro mermado Pueblo armado. Después de Agirre, nadie nos ha representado, pues todos los demás “Lehendakaris”, nacieron de las leyes concedidas por los españoles o Estatuto de autonomía y no del Pueblo.
Es evidente que el nacionalismo vasco quiere ignorar a Nabarra, los Fueros y también y por supuesto, al Gobierno Vasco en el exilio: un Gobierno de concentración nacional con un único objetivo: defender Euzkadi, hija abortada del reino de Nabarra. Tal y como dejó escrito Irujo: “¡Hoy, sólo hay un camino para conseguir la soberanía de la gran Euzkadi, Nabarra!”.
Aceptar la existencia de Nabarra, es aceptar que somos una colonia de España y Francia como bien señala en el libro del mismo nombre el doctor en historia por Nottingham, Cambridge y Londres el estellés Jon Oria Oses.
Pero no es sólo que los partidos llamados nacionalistas vascos no crean que este Pueblo pueda conseguir su libertad de nuevo o que participen de la administración española para controlarnos a cambio de sueldos que van desde los 60.000 a los 120.000 euros de alcaldes, senadores o consejeros de uno y otro partido con la vestimenta de nacionalistas vascos, es que la situación es mucho peor: son aliados necesarios del nacionalismo español.
No hablamos siquiera de la inanición evidente frente al camino emprendido (llegue o no a buen puerto) por sus colegas catalanes, pues ya está siendo escandalosa y manifiesta su comodidad ante el statu quo imperialista, no. Sino que su máximo representante o Lehendakari propone a los catalanes que detengan sus ansias de libertad para trabajar por España: "trabajar conjuntamente por un nuevo modelo de Estado".
Es imposible que a estas alturas piense realmente este señor que la relación entre vascos y españoles sea de “tú a tú”, como cuando dice que “apuesta por el diálogo y la bilateralidad entre Euskadi y el Estado español”, pues sería el único ciudadano de España que lo piense. Incluso sería el único ciudadano de España (junto a algún amigo suyo quizás) que cree realmente que lo que necesitamos y podemos conseguir sea "un cambio de modelo de Estado, en el que se acepte la realidad plurinacional" de España. Parece que es un brindis al sol, pues incluso él acepta que el Gobierno español "sigue" sin atender a este emplazamiento; y es así desde el famoso y fundacional matrimonio entre los Reyes Católicos añadiría yo.
Este “Lehendakari”, dice que confía -como alguno anterior del que se rieron en el Congreso de los Diputado en Madrid-, en la posibilidad de "alcanzar un nuevo pacto de convivencia desde el mutuo reconocimiento y la bilateralidad efectiva con el Estado". Será la primera vez en la historia de España, ¿la conoce usted señor Urkullu?