¿CARREFOUR O EROSKI? EL NACIONALISMO ECONÓMICO
Me comentaba un amigo que el único nacionalismo que a él le parece muy bien es el “nacionalismo económico”. En realidad mi amigo desenfoca lo que significa el nacionalismo, confundido probablemente por lo que escucha y lee en los medios de comunicación españoles. Este amigo no se pierde ningún partido de la selección española de fútbol a la que se niega a llamar “la roja” pues le gusta más lo de “española”, se siente muy identificado con los deportistas españoles cuando ganan, es un gran defensor del idioma castellano-español y es, por supuesto, un perfecto nacionalista español orgulloso de su patria, lo cual le honra, pero todo ello no lo relaciona con el nacionalismo, porque cree que ser nacionalista es estar todo el día reivindicando cosas y no aceptando “la realidad” y claro, el nacionalismo español no tiene nada que reivindicar, para eso tiene su estructura política propia a modo de Estado que se lo da todo hecho y cocinado a su gusto made in Spain.
¡Qué diferente pensaría mi amigo si Napoleón hubiera tenido éxito en su objetivo y Francia llegase hasta el Guadalquivir!. Entonces sí, entonces mi amigo creería en un nacionalismo que reivindicase el castellano que estaría apunto de desaparecer de Europa (no de América claro, allí seguiría siendo idioma de varios Estados), un nacionalismo español que reivindicase su historia de reyes y conquistas anteriores a su “fructífera y amistosa” integración en el proyecto común de una Gran Nación francesa de destino universal por la “liberté, legalité y fraternité”, lema que veríamos en todos los pueblos españoles escrito en correctísimo francés junto a postales “típicas del país”: la Torre Eiffel y una bandera tricolor.
¿Pero qué quiere decir mi amigo cuando dice que sólo cree en un nacionalismo económico? Mi amigo quiere que todos los españoles compren productos españoles, y, en su defecto, a empresas españolas, pues ve que con ello mejorará la economía española y por tanto se beneficia él mismo.
Pongamos una empresa francesa como Carrefour. El Carrefour de Sestao (Bizkaia) tiene su domicilio fiscal en España, por tanto paga sus impuestos en Madrid. Todas las empresas con sede en España y con más del 51% de su producción fuera de la Comunidad Autónoma Vasca pagan sus impuestos directamente a las arcas españolas y no la Diputaciones de la Nabarra Occidental, incluso por aquella producción realizada en la CAV. Por tanto, del Impuesto de Sociedades de todas las multinacionales que trabajan en España o de empresas españolas, la CAV y la Comunidad Foral Navarra no ven un duro. Es más, tras pagar el Impuesto de Sociedades, el beneficio neto, Carrefour se lo lleva a París, para algo es una empresa francesa.
Con un ejemplo, y groso modo, se ve mejor. Si una familia vasca se gasta en su compra mensual 200 euros en Carrefour, 2.400 euros al año, pongamos que el 70% sea gasto (materia prima, sueldos, transportes etc.), por lo que Carrefour tiene un beneficio antes de impuestos por esa familia de 720 euros, de los cuales el 30% del Impuesto de Sociedades (las grandes corporaciones pagan menos impuestos, el resto paga el 36%) se queda la hacienda española para hacer carreteras en Guadalajara que no lleven peaje o para pagar los sueldos del ministerio de Hacienda o al profesorado de Granada para que a sus hijos les enseñen la cultura española o tengan actividades extraescolares (exactamente 216 euros) y el resto se lo lleva Carrefour a París para hacer exactamente lo mismo que la hacienda española pero en territorio francés (504 euros).
Si esa familia vasca comprara en Eroski, todos los sueldos –también de los grandes directivos franceses de Carrefour, centrales de compra en Francia etc.-, impuestos y beneficios se quedarían en nuestro país. Es cierto que Eroski abre tiendas en España, pero en ello hay que ver inversión y no gasto, pues volverá esa inversión a modo de impuesto y beneficio. Pero es más, la Diputación de Bizkaia donde está ese Carrefour, sacará del IRPF o de otros impuestos a esa familia de Bizkaia esos 720 euros, pues en Bizkaia también se hacen carreteras y se pagan funcionarios. Por tanto, a esa familia vasca que compra en el Carrefour de Sestao, su compra no le sale 2.400 euros al año, sino otros 720 euros por impuestos, con lo que su compra se eleva a 3.120 euros.
Pese a que los números que como país debemos de hacer sean éstos, es difícil que la gente se conciencie que comprando en Carrefour por ahorrarse 10 céntimos en una lata de atún, al final le esté costando, vía sueldos-impuestos-beneficio, bastante más que esos 10 céntimos de euro.
¿Es posible que la gente se conciencie en comprar productos del país o, al menos, si éstos no son competitivos, a empresas del país? Hay casos que nos dicen que es posible. España nos facilita dos grandes ejemplos. Cuando Cataluña empezó a cansarse de “donar” de entre el 10-14% de su todo lo que producen o PIB –dato real y no inventado-para que otras partes de España vivieran igual que ellos pero trabajando menos (por tanto manifiestamente mejor), desde España y de forma “espontánea” (cabe recordar que algunos periodista ayudaron mucho), se boicotearon los productos catalanes como el cava, todo ello con notable éxito y pese a ir contra los propios intereses de los españoles: si bajan el PIB catalán, menos podrán “donarles” éstos mediante lo que se puede llamar “impuesto colonial”.
Pero tenemos otro ejemplo mucho más cercano y que no sale en la prensa de forma tan expresa. Muchos españoles boicotean los productos vascos cuando consiguen relacionarlos con nuestro país. Un ejemplo es Eroski, el cual trata de abrirse al mercado español con bastante fracaso como bien saben sus mandos. Los españoles boicotean Eroski, con tal fuerza, que llegaron a sabotear la compra o acuerdo con una cadena levantina como era “Consum”, la cual, viendo como caían en picado sus ventas tras el acuerdo con Eroski por ser ésta una empresa vasca –motivo confeso de Consum-, no tuvo más remedio que romper el acuerdo.
Por tanto, aunque no sea lo prioritario para nuestra economía, pues lo prioritario es recuperar la libertad de nuestro Estado ya que la libertad es el mayor recurso económico de cualquier país (poner los impuestos que más te convengan en cada momento, controlar las cabeceras de las multinacionales, adaptar con premura toda la legislación laboral y económica a la coyuntura del momento, dimensionar adecuadamente los recursos e infraestructuras del país como los transportes, medios de comunicación etc. sólo hay que constatar que los países más libres son los más ricos), sí que mi amigo tiene razón, y el nacionalismo económico es una parte del nacionalismo muy importante para cualquier país.