LA CIGARRA ESPAÑOLA

LA CIGARRA ESPAÑOLA
Alots Gezuraga



Es increíble como las fábulas con sus personajes del mundo animal resultan tan apropiadas para explicar la realidad humana, así, parece como si nuestro gran y poco valorado fabulista, el alabés Félix María Samaniego (Laguardia de Nabarra 1745-1801), pensara en los dirigentes españoles actuales cuando escribió una de sus famosas fábulas. Samaniego fue un aventajado seguidor del griego Esopo (s VI a.C.) al nivel del francés Fontaine (s.XVII), y versificó sus fábulas, así tenemos títulos tan conocidos como “La zorra y las uvas”, “La lechera” o “La cigarra y la hormiga”:

Cantando la Cigarra
pasó el verano entero,
sin hacer provisiones
allá para el invierno;
los fríos la obligaron
a guardar el silencio
y a acogerse al abrigo
de su estrecho aposento.
Viose desproveída
del precioso sustento:
sin mosca, sin gusano,
sin trigo, sin centeno”.

En el 2006 Europa Press señalaba que España había recibido ese año 20.000 millones de euros de los fondos estructurales de UE (el coste de construir 166 museos Guggenheim), lo cual durante el período 2000-2006 daba la friolera de 56.000 millones de euros, según datos no oficiales barajados por la Comisión Europea. ¿Qué hicieron los gobiernos españoles con esas escandalosas cifras? Hicieron unos chalets preciosos en Marbella para jeques árabes, otros por todo el levante para ellos y, finalmente, otros más modestos para que sus súbditos miraran para otro lado. Se conoce que estaban cansados y necesitaban unas vacaciones. A Nabarra no vino ni un euro al estar por encima de la renta media de aquella UE de 15 países.

Pero el tema es mucho más grave, no es que el gobierno se dedicara a malgastar en ladrillos un dinero dado por la UE y no a invertirlo en empresas de todo tipo para generar riqueza, sino que en España los culpables directos de una bolsa de 5 millones de parados son los únicos que ganaron y ganan a espuertas antes y durante toda la crisis: me refiero claro está a los gobernantes en todo tipo de administraciones empezando por los ayuntamientos y a los dirigentes de las Entidades Financieras.

¿Cuántos banqueros o financieros han acabado en la cárcel o arruinados en esta crisis? Puedo oír las carcajadas generalizadas, y eso es lo triste, los españoles asumen que sus gobernantes y la gente rica haga lo que quiera y que estén, en general, por encima de la ley, pues sólo han pagado unos pocos, los del exceso obsceno, pero lo “gordo” lo pagamos entre todos a escote: paro, EREs, subida de IVA, futura subida de la edad de jubilación, posibilidad de despidos más baratos etc.

No deja de ser reseñable que el principal banquero tuviera una reunión con el presidente del gobierno español a principio de la crisis para pedirle una mayor parte del “botín”, y el que fue llamado al orden fue el propio presidente del gobierno, “zapatero a tus zapatos” le recordó el santanderino, ¡qué le deberá!.

Pero esto huele peor, ¿quién maneja gran parte de esas Entidades Financieras? Los propios políticos a través de las Cajas de Ahorro, ¿quién controla al policía? En España nadie y lo necesitan y mucho. Es increíble que en los tiempos que corren alguien se crea que las Cajas de Ahorro tienen una función social como cuando nacieron. Hoy las Cajas de Ahorro no son más que un montón de poltronas más para cuatro políticos que se retiran a estos paraísos de ganar dinero, que encima no son llamados al orden por el, en otros casos, estricto Tribunal de la Competencia de la UE, ya que tienen una ventajosa e injustificable fiscalidad frente a los bancos que les da una injusta ventaja competitiva.

La democracia se basa en el control del pueblo sobre el gobernante, ¿y el pueblo español? El pueblo español fue, es y será: borreguil. Ya lo decía un grupo de música punk en los años ochenta, “40 millones de borregos en el imperio castellano”, los otros 4 hasta los 44 millones actuales, somos los nabarros y catalanes que aún no hemos sido “domesticados”.

Hay muchos ejemplos de cómo es el pueblo español, pero ninguno como el regreso de Fernando VII, llamado entonces “el Deseado”, que impuso de nuevo el absolutismo en 1814 tras la derrota francesa frente a los ejércitos de España, Portugal e Inglaterra que expulsaron a las tropas de Napoleón de los territorios peninsulares. Fernando VII entró triunfal en Valencia ante el aplauso popular, el pueblo español que se levantó en gran parte contra la invasión francesa -aunque hubo más colaboradores de los que se dicen los historiadores-, cuando consiguió el poder, en vez de gobernarse en democracia y menospreciar a los traidores y franceses borbones, pidió a su nefasto rey que los traicionó que le ponga de nuevo “las cadenas”, pues ése fue el grito del populacho cuando entró Fernando en la capital del Turia: “¡¡las cadenas, queremos las cadenas!!”, un populacho que desenganchó los caballos del carruaje real y se puso a tirar de su absolutista, traidor y afrancesado rey.

Esta reacción demuestra la naturaleza del español que a lo largo de la historia se ha sentido realizado sólo bajo regímenes despóticos, luego absolutistas, después fascistas y hoy totalitario por doble partida: un gobierno sin oposición del pueblo no es una democracia y un Estado imperialista es especie de totalitarismo (de la división de poderes ni hablamos, ¡a orillas del Manzanares no saben quién fue Montesquieu!).

Esto fue entonces, lo ha sido con el último dictador que murió bien tranquilo en la cama y lo es hoy: tras la desviación de 56.000 millones de euros de la UE al cemento (¿sólo al cemento?¿y dónde está lo demás?), tras la especulación masiva del capital a niveles insospechados que ha enriquecido a unos pocos y tras el robo a espuertas que ha creado 5 millones de parados, ¿cuánto de estos parados salieron a la calle el 1 de mayo para pedir a su gobierno lo que les ha robado? Una minoría, casi nadie, ni siquiera los sindicados. El pueblo español calla ante sus dirigentes que saben que no tienen resistencia en frente, ni con Paco ni con el totalitarismo de Suárez-González-Aznar-Zapatero.

Hoy miran los españoles a los franceses, alemanes, belgas etc. para que les den más y más, pero, ¿qué ha cambiado? ninguna ley, ninguna dimisión, los mismos imperialistas-ladrones de la expulsión y expolio de los hispano-musulmanes o del andalusí, o del expolio de las riquezas de los nativos americanos o de la explotación de los nabarros-catalanes…¿y nuestro pueblo? ¿hasta cuando consentiremos que la cigarra española siga robando lo nuestro?

En la fábula de Esopo, la hormiga se apiada finalmente de la cigarra y le daba unos granos de arroz, sin embargo, La Fontaine y Samaniego cambiaron el final y la cigarra muere de hambre por no acumular en verano. Hagamos como la hormiga de Samaniego y mandemos al carajo a la cigarra española, ¡que no siga viviendo a nuestra costa!

«¡Yo prestar lo que gano
con un trabajo inmenso!
Dime, pues, holgazana,
¿qué has hecho en el buen tiempo?»
«Yo, dijo la Cigarra,
a todo pasajero
cantaba alegremente,
sin cesar ni un momento.»
«¡Hola! ¿conque cantabas
cuando yo andaba al remo?
Pues ahora, que yo como,
baila, pese a tu cuerpo.»