LA INDEPENDENCIA ES CONDICIÓN PREVIA AL SOCIALISMO
“Irlanda es el único pretexto que tiene el gobierno inglés para mantener un gran ejército permanente, que en caso de necesidad, como ocurrió más de una vez, lanzan contra los obreros ingleses, después de haberlos adiestrado en Irlanda (…). El pueblo que avasalla a otro pueblo forja sus cadenas” K. Marx y F. Engels “Sobre el Sistema colonial del Capitalismo”.
Alexis de Tocqueville (s. XIX): “Quien busca en la libertad otra cosa que ella misma ha nacido para servir”.
Federico Krutwig en “La Cuestión Vasca” (1966): “Para un pueblo nacionalmente oprimido, es imposible entrever otra posibilidad de liberación social que la que vaya unida a la liberación-nacional.”
Cuando uno oye gritar “Independentzia eta sozialismoa” tiene la duda de si se entiende que en este caso el orden de los factores sí altera el producto y que, para nosotros, el orden “Sozialismoa eta independentzia” no es posible.
Quizás haya que pasar hoja -o pasar siglo- y modernizar los mensajes, pues incluso gente comprensiva con nuestra incapacidad de crear un futuro estable para nuestros hijos empieza a tener serias dudas sobre nuestra supervivencia, Antonio Álvarez Solís, periodista asturiano (junio 2010):
“Hablo largamente con gente de la variada izquierda vasca y llego a una conclusión que creo sugestiva: no parece muy hacedero un camino claro para conseguir la autodeterminación -el objetivo primero y fundamental- sin conseguir un envase común para el producto.
Es decir, la situación de muchos que se reclaman de izquierda en Euskadi es una situación puramente retórica, dedicada a construir aparatos que hablen de sí mismos en una visible entrega al adversario. Prefiero no hacer referencia a ninguna sigla y centrarme en su manifiesta incapacidad para producir emociones profundas que pongan y sostengan al pueblo vasco en la calle. Lo importante es lo que se haya de hacer colectivamente como sociedad auténticamente abertzale. Cómo y cuándo”.
Estos lodos son consecuencia de la incapacidad de escapar de las redes de la práctica ideológica imperialista y definir adecuadamente el sujeto político vasco. La aceptación del marxismo, tal como ha sido interpretado por los ideólogos del imperialismo y divulgada por sus habituales canales de transmisión, nos ha impedido casi siempre un análisis correcto de las contradicciones sociales objetivas que se dan en España.
Definiendo la clase con independencia de las características “nacionales”, se convierte la cuestión “nacional” en algo externo y añadido a la cuestión social, abracadabra metafísico que permite la resolución mecánica, rápida y segura de todos los problemas pero sólo en el ámbito de las ideas mediante la supresión de los hechos que no encajan en la hipótesis inicial. Luego, como la realidad no se acomoda a la ficción, se acaba condenando la realidad. Esta ideología pseudo-marxista ha constituido una fuente inagotable de españolización ideológica progresiva de nuestra juventud como se explicaba ya en Lan Deya (1967) o más recientemente en Iparla.
Karl Marx (1818-1883) y Federico Engels (1820-1885) fueron los creadores de la doctrina del materialismo dialéctico y del materialismo histórico que sirven de fundamento teórico para la creación del socialismo científico, cuyos organizadores y creadores fueron también ellos. Pero hay que esperar a Vladímir Ilich “Lenin” (1870-1924) para ver la realización práctica de estas ideas.
Así Lenin, en sus “Obras Completas” (t XXI, p. 160) aclara la cuestión: “El proletariado no puede guardar silencio acerca de la cuestión particularmente desagradable para la burguesía imperialista, de las fronteras del Estado basado en la opresión nacional. El proletariado no puede dejar de luchar contra la retención violenta de las naciones oprimidas dentro de las fronteras de un Estado dado, y eso significa luchar por el derecho a la autodeterminación. El proletariado debe reivindicar la libertad de separación política para las colonias y naciones oprimidas por “su” nación. En caso contrario, el internacionalismo del proletariado quedará en un concepto huero y verbal”.
Es decir, si un español es socialista, apoyará la independencia de los pueblos oprimidos por el suyo, en otro caso, sólo es una fachada más del imperialista, acaso de un imperialista trabajador, que no socialista. A este tipo de falso “socialismo” se le denomina social-imperialismo y con el mismo, un vasco, no tiene nada de que hablar.
Por ello Lenin criticaba abiertamente a los rusos, a sus propios compatriotas: “Si Finlandia, Polonia o Ucrania se separan de Rusia, no hay ningún mal en ello. ¿Qué mal puede haber? Quien lo afirme es un chovinista.
¡No pueblo ruso, no te atrevas a avasallar a Finlandia: el pueblo que oprime a otros pueblos no puede ser libre! “. (XXIV, pág. 27).
“Si dijéramos que no reconocemos ninguna nación finlandesa, sino únicamente a las masas trabajadoras, diríamos el mayor de los absurdos.
No se puede dejar de reconocer lo que existe: la realidad se impone por sí misma. El deslindamiento de los campos entre el proletariado y la burguesía, sigue vías peculiares en los distintos países. En este camino tenemos que actuar con la máxima prudencia. En especial en relación a las diferentes naciones, porque nada peor que la desconfianza de una nación”. (Obras selectas, tomo III, pág. 202).
El getxotarra Federico Krutwig marcó un antes y un después en el pensamiento del país adelantándose medio siglo en su libro “Vasconia” (1962). Este euskaltzain, politólogo, pensador y sobre todo patriota, comentaba desde el conocimiento en primera persona de la introducción de las ideas marxistas tardíamente en nuestro Pueblo en “La cuestión vasca” (1966): “Yo no era de verdad marxista. Era nacionalista vasco. Estaba dispuesto a aceptar todas las ideologías que fueran buenas para la causa vasca, incluso el fascismo. El marxismo era una herramienta más... (…)
Frente a esta justa posición de Lenin, ¡cómo destaca la posición chovinista del partido comunista (revisionista) español! Este es más españolista que la propia falange. Resulta que en el Estado español, la nación dominante, está durante siglos practicando una política de genocidio, de embrutecimiento nacional de catalanes, gallegos y vascos, aplicando, como todo imperialista, el principio de “divide y vencerás”… y los “comunistas” españoles siguen con la misma táctica. Los imperialistas españoles dividen a Vasconia, no ya solamente las dos mitades en que una frontera sobre el Pirineo corta a Vasconia en dos partes, sino que aun a cada lado (…)
Y continuaba añadiendo más adelante: “Lenin ha subrayado especialmente el lazo indisoluble entre la revolución socialista y el movimiento de liberación nacional. ¡Proletarios de todos los países, uníos!” sigue siendo el lema de lucha principal para alcanzar la victoria de la revolución mundial, pero su contenido se ha ensanchado. Lenin aprueba el lema de: ¡Proletarios de todos los países y pueblos oprimidos, uníos!”. En este lema se encuentra subrayado el papel dirigente del proletariado y la importancia acrecentada del movimiento de liberación nacional”.
Es más, incluso Sabino Arana (1865-1903) desde su democracia cristiana, ahora desnaturalizado por algunos como “nacionalismo burgués” (cuando eso es imposible pues el nacionalismo vasco lo inventó él y no había otro “nacionalismo socialista”), ya se dio perfecta cuenta de este callejón sin salida al que nos quiere llevar el social-imperialismo, así en “De su alma y de su pluma” n.358 decía lo siguiente:
“Lo que es extraño es que haya un solo obrero euzkadiano entre los socialistas (se refiere al socialimperialismo). Porque si realmente aspira a destruir la tiranía burguesa y a reconquistar sus derechos de hombre y de ciudadano, que hoy se le niegan, o, cuando menos, se les merman notablemente, ¿dónde mejor que en la realización del nacionalismo, que es la doctrina de sus antepasados, la doctrina de su sangre, podrá conseguirlo? Y, si aún del Partido Nacionalista recela y teme que haya en su seno diferencias entre burgueses y proletarios, entre capitalistas y obreros, ¿por qué los obreros euzkadianos no se asocian entre sí, separándose completamente de los maketos (nombre que da Sabino a los colonos españoles, cogido del idioma montañés o cántabro en uso en las minas bizkaínas) y excluyéndolos en absoluto, para combatir contra esa despótica opresión burguesa de que tan justamente se quejan? - ¿No comprenden tal vez que si odiosa es la dominación burguesa, es más odiosa la dominación maketa? -¿No ven que, rechazada la dominación burguesa, quedaríamos los euzkarianos con el socialismo, aún sujetos a la dominación maketa mientras que, salvados de ésta, Euzkeria, o al menos Bizkaya, sería también salvada de la dominación burguesa, que está esencialmente reñida con la constitución social de los siglos de libertad?”.
En el siglo XXI, tras Las Guerras Mundiales donde las luchas nacionales se dilucidaron como infinitamente más poderosas que la lucha de clases, la lucha de los pueblos es la lucha por una verdadera democracia, cada vez más difícil, cada vez más costosa, sólo posible por las pequeñas naciones como ya explicaba Rousseau (s. XVIII) en su libro “El Contrato Social”: “El gobierno democrático conviene a los Estados pequeños, el aristocrático a los medianos y el monárquico a los grandes”.
Los puntos en común que tenemos todos los vascos por encima de cualquier ideología temporal, son los que nos dimos para crear el reino vascón de Nabarra, y se basan en el derecho pirenaico o las “costumbres y usos” del Pueblo que se contraponen a los deseos de nuestros gobernantes y políticos. En este punto coincidimos todos en el siglo XIX, el las guerras forales, tanto carlistas como liberales. Es la actualización del derecho pirenaico lo único que nos puede dar, después de liberar nuestro Estado-Pueblo, las garantías de gobernarnos en democracia. Este tipo de derecho no es exclusivo de los vascos, pues su raíz está aún presente en los pocos países europeos que podemos llamar democráticos.
Un lema de unión entre todas la fuerzas sociales de este país podría ser “Independentzia eta benetako demokrazia”, lo cual no excluye a nadie y en realidad es lo que todos queremos. Pero el orden es ése: “independentzia” y cuando se tiene el marco para poder gobernarse a sí mismo, “demokrazia”, pues debemos de recordar que, democratizar el imperialismo es imposible y la democracia es un ejercicio permanente y diario de control de la clase política por el Pueblo.
F. Krutwig en “La Cuestión Vasca” (1966) ya lo adelantaba: “Pero sería quedarse a mitad de camino el creer que con la obtención de la liberación nacional ya se ha alcanzado la liberación del oprimido. La liberación nacional puede llevar al poder a una burguesía explotadora. La revolución nacional debe dar paso ininterrumpidamente a la revolución social. La lucha de liberación nacional es una potente fuerza que conduce a los oprimidos hacia el socialismo”, en el siglo XXI: la liberación nacional conduce hacia la verdadera democracia.