EL 15 DE AGOSTO ES EL DÍA DE NUESTRA INDEPENDENCIA
Aitzol Altuna Enzunza
Todas las naciones tienen un día nacional donde conmemoran un hecho histórico. Los estadounidenses celebran el 4 de julio su “Independece day”, los franceses el día de la toma de la cárcel de la Bastilla por el Pueblo el 14 de julio o los españoles el 12 de octubre, cuando Cristóbal Colón llegó al continente americano. Los vascos hemos elegido celebrar el día en el que el padre del nacionalismo vasco, Sabino Arana, tras una conversación en el patio de su casa en Abando con su hermano Luis, fue consciente a los 17 años (por tanto en el año 1882), de que no éramos españoles. Es lo que se celebra el Aberri Eguna todos los domingos de Pascua desde 1932; se tomó ese día por ser el de la independencia de Irlanda de Inglaterra tras más de 700 años de ocupación, hecho que se produjo en el año 1921. Los irlandeses eligieron ese día por el pasaje de la Biblia donde los judíos lograron de manos de Moisés su liberación de la esclavitud que padecían en Egipto, siendo también la fiesta de la independencia nacional judía.
Es evidente que la conciencia nacional vasca fue resurgiendo durante todo el siglo XIX con las Guerras Carlistas de telón de fondo, ahí están los textos de Agosti Xaho o Antoine d'Abbadie por ejemplo, y tiene su culminación con Sabino Arana, cuyas ideas, no se puede negar, han dado el aliento a este Pueblo durante el último siglo. El historiador español Manuel Tuñón de Lara en su libro “Historia de España en el siglo XIX” (1974) comentaba sobre esta cuestión: “Por encima de hechos aislados anecdóticos, el rasgo esencial y original que tienen la Guerra Carlista en Euskalerria es su dimensión popular que viene a ser, ni más ni menos, que el primer signo de formación de una conciencia nacional”.
Pero, si cogemos la historia de los vascos desde que tenemos documentación escrita, la conciencia nacional aparece muchísimos siglos antes. La clave parece estar en los movimientos sociales y políticos que continuaron a la caída del Imperio Romano Occidental y que se llamaron movimientos bagaudas (“gente errante” en idioma celta), los cuales tuvieron su momento álgido durante los siglos V-VI. En nuestras tierras, los historiadores relacionan a los bagaudas con los Pueblos euskaros prerromanos. Es difícil pensar que los baguadas fueran simples campesinos descontentos y que pudieran tomar ciudades amuralladas tan importantes como Zaragoza; que tropas romanas, después visigodas, no pudieran con ellos y que la rebelión se mantuviese durante un período tan largo de tiempo hasta el siglo VII. El origen del núcleo del movimiento bagauda lo explicaba así el Catedrático en Historia Medieval José Luis Orella (Historia de Euskal Herria Tomo I): “El saltus (vasconum) permanece inalterable a lo largo de la historia romana sirviendo de soporte lingüístico y cultural de los vascones, los cuales encontraban en el saltus sus raíces más antiguas y el lugar refugio en los momento de acoso”.
Se puede considerar el movimiento bagauda como el inicio de la defensa de los Pueblos euskaros de su territorio y origen de su unidad, que tendría su continuidad con el nacimiento del ducado de Baskonia sobre el año 600 y que culminará con la creación del Estado baskón de Pamplona y de Nabarra entre los años 778 y 824 tras las Dos Batallas de Orreaga. En las crónicas francas ya se recoge esa unidad nacional, como en este texto del cronista franco Gregorio Tours del año 587 donde todos los euskaros aparecen bajo un solo nombre: “Irrumpieron los baskones (uuascones) de entre las montañas, bajaron a los llanos, devastaron viñas y campos, incendiando las casas, llevándose a muchos cautivos con sus ganados. Contra los cuales actuó a menudo el duque Austrovaldo, pero causándoles poco daño”.
La conciencia nacional de los baskones ya fue comentada en el siglo XIX por la Asociación Euskara de Iruñea-Pamplona, como en el libro de Arturo Campión (1854-1937) “Nabarra en su vida histórica”: “Los baskones se nacionalizaron en forma de reino de Nabarra. Durante un tiempo, difícil de acotar, baskón y nabarro fueron términos equivalentes (…) El edificio histórico se asentaba sobre la base étnica en cuanto esta se exteriorizaba mediante el idioma, las costumbres, las instituciones y la conciencia nacional colectiva”. Éste hecho histórico también fue descrito por el historiador estellés José María Lacarra (1907-1987) en su libro “Historia del Reino de Navarra en la Edad Media” donde comentaba que: “Las presiones exteriores acentuarán la unión y contribuirán a formar la conciencia nacional”. La evidencia de que las conciencias nacionales surgen en la profunda Alta Edad Media, es sostenido por historiadores como el anglosajón Adrian Hastings (1929-2001) en su libro “The Construction of Nationhood” (1997) o por el Catedrático emérito de Historia del Arte Moderno y Contemporáneo de la Universidad de Zaragoza Gonzalo M. Borrás (Teruel 1940).
El propio Lehendakari Agirre fue consciente de nuestra realidad histórica cuando en el exilio pudo estudiar la historia del Pueblo baskón: “(…) juzgo el reinado de Sancho el Mayor (1005-1030) sostengo que su genio indígena no solo sintió la unidad nacional sino que supo realizar una Confederación de Estados nacionalmente homogénea. (…) Esta tesis no solo encuentra eco en los tiempos del Mayor sino también en los que precedieron a la Monarquía Pirenaica en esos trescientos años de lucha contra el invasor germano que es cuando se forma realmente la nacionalidad vasca con voluntad de existencia y de lucha”.
La Primera Batalla de Orreaga-Roncesvalles tuvo lugar el 15 de agosto del 778 y fue la base Estado baskón y soberano de Nabarra, sería nuestro “Askatasun Eguna”, hecho épico recogido en todos los cantares de gesta europeos. Según el historiador artajonés Jimeno Jurio (1927-2002), en esta batalla habrían participado baskones de lo que hoy son Gipuzkoa, Alaba o Alta Navarra, baskones del norte como bearneses o gentes de Bigorre. Así lo atestiguaría un documento lapidario de Pasaia. La lápida actual de Pasaia es del siglo XVI y está en el barrio de San Juan (Donibane) dentro de un humilladero, por tanto es muy tardía, pero a sentir del lezotarra Lope Isasti (1565-1626) historiador contemporáneo a la misma, era una copia de otra más antigua. La lápida dice en latín: "En acción de gracias por la victoria obtenida y cumpliendo el voto hecho a Dios y a Santa María siempre Virgen por sí y sus compañeros de Pasajes (Pasaxe), vencedores, en la era (hispana) del 814 (año 778 d.C.), cuando fuimos a Orreaga (Orrierriaga) y al monte Pirineo, ahora llamado de Roncesvalles (Roncos Valles), a luchar contra el ejército de Carlo Magno, rey de los francos, con nuestro Pueblo de Basconia (Basconie popvulo)”.
Federico Krutwig Sagredo “Aberri-Egunaren erran-nahia orain eta lehen” (1978): "Euskalherriaren garhaipen historiko bat hospatzen den egun batetan finkatu behar lizateke. Neure aburuz hunelako fetxa historikoa Euskalherrian, Orstaroaren (abuztuaren) 15a izan da, noiz euskaldunek Frantziaren harmada Orreagan suntsitu bait zuten. Euskaldunen viktoria hau mundu osoan ezagutzen da”.