EL MODELO DEMOCRÁTICO VASCONABARRO


EL MODELO DEMOCRÁTICO VASCONABARRO

Aitzol Altuna Enzunza




“Hay un abismo entre el Pueblo libre haciendo sus propias leyes y un Pueblo libre eligiendo sus representantes para que estos les hagan sus leyes” (El Contrato Social, Rousseau).

Nos han convencido de que la democracia es sinónimo de partidocracia por lo que sólo existe cuando hay una variedad de partidos entre los que poder elegir, aunque en la definición de democracia no aparezca tal cosa, sino que democracia es cuando la soberanía o última palabra la tiene el Pueblo. Es más, si nos atenemos a nuestra historia, los partidos son más bien el fin de nuestra democracia.

“Ez gara legegile, lege betetzaile baizik. Eta hori oso tristea da herri batentzat” Pako Aristi “Independentziaren paperak” (2012)

El padre de la democracia moderna, el ginebrino Jean Jacques Rousseau, en su libro “El contrato social” escribió con un grado de ironía: “Vemos en el pueblo más dichoso del mundo que los aldeanos en cuadrillas arreglan los negocios del Estado a la sombra de una encina y que siempre obra con juicio (...) Gernika es el pueblo más feliz del mundo. Sus asuntos los gobierna una Junta de campesinos que se reúne bajo un roble y siempre toman las decisiones más justas”. 

Jose Antonio Gonzalez Salazar (Gasteiz, 1940), etnologo arabarra

Jose Antonio González Salazar, etnógrafo alabés nacido en Vitoria (1940) y gran conocedor de nuestra historia y del modelo foral pues participó en los Concejos en la Llanada alabesa, la montaña y el valle de Zuia donde vivió muchos años, lo tenía muy claro en una entrevista a Halabedi irratia en el programa “Hordago Nabarra”: “En una partidocracia, el Pueblo es el gran ausente. La democracia tiene que partir de abajo no de las nubes… vienen los partidos y de los malos eliges el menos malo. (La democracia) no nos la va a dar nadie, en el siglo XXI pertenecemos a un imperio”. 

González Salazar, en la misma entrevista, explica el modelo foral de representación popular, el cual es infinitamente más democrático, pues era un modelo de abajo arriba, desde la casa, al Concejo, a la Junta y al Parlamento, siendo todo el Pueblo elegible en la base y por insaculación o suertes, modelo que en su esencia funcionó durante 1.000 años.

Los Fueros, no eran más que las leyes consuetudinarias que nos dimos los vasconabarros para nuestra convivencia y que terminaron de desarrollarse bajo el amparo del Estado baskón o reino de Nabarra; su conquista armada primero y la eliminación de su legislación propia después, acabaron definitivamente con nuestras libertades, tan duramente ganadas en épocas medievales por el propio Pueblo baskón que construyó su Estado de abajo a arriba: desde el “auzolan” de las Juntas vecinales. 

Hoy, los vasconabarros, no tenemos soberanía legislativa alguna, por tanto padecemos las leyes que otros hacen contra nuestros intereses.


EL ORIGEN DE LOS PARTIDOS 

El jurista, politólogo y político francés Maurice Duverger (1917) habla de que primero nacieron los “Partidos de creación interna”, los cuales no serían más que corrientes o facciones dentro de los parlamentos con visiones opuestas como los Tories (conservadores) y los Whigs (liberales) ingleses o los Girondinos y los Jacobinos franceses. Estos “partidos” o “bandos” podemos verlos incluso en las antiguas Roma y Grecia. 

Entre nosotros también existieron, en la Nabarra Occidental fueron llamados ganboínos y oñacinos y en la Nabarra reducida beaumonteses y agramonteses, cuyos orígenes son similares pues son fruto de la presión imperialista castellana contra el reino baskón de Nabarra.

Jacque Louis David
Juramento del Jeu de Paume o frontón

Pero, lo que hoy conocemos como partidos de masas o “Partidos de creación externa” según la terminología de Maurice Duverger, surgen a fines del siglo XIX en Estados Unidos e Inglaterra. En España, los partidos aparecen a imitación del modelo francés a finales del siglo XIX, previa eliminación de las instituciones de la corona de Aragón-Catalunya (s.XVIII) y de la corona de Nabarra (s.XIX) y de sus Constituciones o Fueros, reinos mucho más democráticos que Castilla pues ambos se basaban en el derecho pirenaico al tener ambos el mismo origen baskón (http://lehoinabarra.blogspot.com.es/2014/08/origenes-de-aragon-la-cruz-de-eneko.html).


Por tanto, la llegada de los partidos políticos a tierras nabarras, fue consecuencia de la total derrota de nuestro Pueblo y la eliminación de sus instituciones propias, las cuales aún se conservaban pese a la invasión de nuestro Estado. Entonces, ¿Existe o ha existido otro modelo más democrático que el actual? Por suerte, tenemos las impresiones neutrales de las gentes que nos visitaron y conocieron nuestro modelo propio.

UN MODELO MÁS DEMOCRÁTICO

John Adams fue el primer vicepresidente de EE.UU. de América bajo las órdenes de George Washington (1789-1797), y después su segundo Presidente (1797-1801), su extenso libro “Defense of Constitutions of Governement of the USA” fue publicado en Londres en 1787. En este libro, Adams dedicó todo un capítulo a la “República Democrática Foral de Bizkaia”. 


Partió Adams Rumbo Francia en busca de armas para luchar por la independencia de su país, pero una vía de agua le hizo desembarcar en Galicia y seguir la ruta a pie. Así llegó a Bizkaia bajando por el puerto de Orduña a Bilbao, donde encontró un nuevo vendedor, por lo que hizo una breve estancia en la capital bizkaína. Sin duda, es impagable su descripción del país y de cómo se gobernaba Bizkaia:

“Es una república; y uno de los privilegios en el que han insistido más, es en no tener un rey: otra era, que cualquier nuevo señor (lord), en su senda, debería venir al país en persona, y poniéndose con una pierna de rodillas, y prometer bajo un roble (el árbol de Gernika) preservar los privilegios del reinado.

Bilbao en la segunda mitad del siglo XVIII, Dibujo a acuarela  de Francisco Antonio Richter

(…) (Sobre Bilbao) Muchos escritores atribuyen su floreciente comercio a su situación; pero, como ésta no es mejor que la de Ferrol o Corunna, su ventaja es probablemente gracias a su libertad. Cabalgando por este pequeño territorio, se diría que está en Connecticut; en vez de miserables chozas, creados con barro, y cubiertos con paja (se refiere a lo que describe en su ruta por parajes de Castilla-León), se ve el país lleno de casas grandes y amplias y graneros de granjeros, y el terreno bien cultivado; y rico, feliz terreno. Los caminos, tan peligrosos e infranqueables en el resto de las partes de España, están muy bien aquí donde se ha hecho una labor muy extensa.

…Aunque llamen al gobierno democracia, no podemos encontrar aquí toda la autoridad centralizada; hay, al contrario, tantos gobiernos distintos como hay ciudades y merindades. El gobierno general tiene dos órdenes al menos; el señor o gobernador, y un parlamento bienal (…). Estas autoridades, es verdad, son elegidas por los ciudadanos, pero ellos deben ser elegidos por Ley también como diputados de un parlamento bienal o junta General (…)”.


Jon Oria Oses (Lizarra-Estella 1931), doctor en historia por Nottingham, Cambridge y Londres, en su libro “Navarra es una colonia española y francesa”, lo sabe muy bien: “Los ingleses, afincados por siglos en la Gascuña e imitadores de nuestro sistema legal y representativo, llamarían a Navarra la cuna del sistema justo, legal y representativo y comienzo de la democracia constitucional en Europa (…). Navarra es considerada por los anglosajones como la cuna del parlamentarismo y de la democracia moderna”. 

 “Los ingleses, afincados por siglos en la Gascuña e imitadores de nuestro sistema legal y representativo, llamarían a Navarra la cuna del sistema justo, legal y representativo y comienzo de la democracia constitucional en Europa (…). Navarra es considerada por los anglosajones como la cuna del parlamentarismo y de la democracia moderna”.

El funcionamiento milenario de nuestro modelo, lo explicamos en:

La democracia para nuestro Pueblo, pasa por el paso previo de recuperar nuestra libertad o independencia, sin Estado propio no hay democracia, sólo imperialismo, pero el Estado no es la democracia. Es más, los partidos en su modelo actual, son la muerte de la democracia.

Nuestro modelo político es el que va de abajo arriba, con listas abiertas de candidatos en los barrios y municipios, con representantes de esos municipios en las comarcas y provincias y con un Gobierno General elegido por el Pueblo y no en la Junta de Gobierno de un partido “Solo la ilusión o la hipocresía puede creer que la democracia sea posible CON partidos”.

EL INCONCLUSO ESTADO NACIÓN

EL INCONCLUSO ESTADO NACIÓN 

Aitzol Altuna Enzunza



Primera edición de la Constitución española de 1978, con el escudo franquista en señal de validación y visto bueno del Régimen fascista al mismo 

“El Estado es el más frío de todos los monstruos: miente fríamente y ésta es la mentira que sale de su boca: ‘Yo el Estado soy el pueblo’. ¡Qué gran mentira!
(…) En todas partes donde todavía existe, el pueblo no comprende al Estado y lo detesta como al mal de ojo y como una derogación de las costumbres y las leyes” Nietzsche, “Así hablaba Zaratustra”.

LA NECESIDAD DE UN ESTADO PROPIO

La existencia del Estado revela la división social en un territorio determinado entre gobernantes y gobernados, los cuales tratarán de organizarse de un modo que favorezca el incremento del poder global de los unos respecto de los otros. 

Las diferentes configuraciones estatales nos indican la posición que mantienen gobernantes y gobernados, tal y como explica Joseba Ariznabarreta en su libro “Pueblo y Poder” (https://www.amazon.es/Pueblo-y-poder-Joseba-Ariznabarreta/dp/8461166493).


A finales de la Edad Media, los grandes imperios, pese a contar con el apoyo de la Iglesia, se mostraron incapaces de contrarrestar las fuerzas centrífugas que contenían en su seno, y otras unidades políticas más pequeñas, como las ciudades de la Baja Edad Media o del Renacimiento, tampoco poseían el poder necesario para competir exitosamente con Estados o reinos poderosos que contaban ya con una amplia base nacional de carácter fundamentalmente lingüístico.

EL ESTADO NACIÓN 

Sin embargo, el Estado nunca hubiera podido imponerse durante mucho tiempo sin disfrazarse de pueblo, de nación. Por eso, la formación del Estado moderno es coetánea del proceso de nacimiento y desarrollo de las naciones. 

La permanente asociación histórica del Estado con la nación, revela a su vez la congénita incapacidad del Estado para obtener la lealtad, el amor y los sacrificios que exige de los ciudadanos y que sólo logra convirtiéndose en UNA nación mediante asimilación, represión o aniquilación de otras naciones cuando las circunstancias así lo requieren.

"El Estado de Nabarra y la Revolución Francesa"
Artículo sobre lo que supuso la Revolución francesa para los vasconabarros:
Todo el poder del Estado reside en el poder de las masas que lo sostienen y apoyan, por lo que es tan importante para él apoderarse del corazón y la opinión de las mismas, a fin de convertirlas en UN pueblo o nación y confundirlo con el Estado e incluso con el gobierno. 

Muchas naciones han sido creadas de este modo, artificiosamente, a sangre y fuego como Francia y España; otras son el resultado de democrática o voluntaria reunión de diferentes pueblos movidos por el deseo de sobrevivir en un mundo de Estados: Suiza, Holanda y Nabarra entre otros. 



En la modernidad, las naciones que más temprano se convirtieron en modelos clásicos de una u otra de dichas formas de organización política fueron Francia (prototipo del totalitarismo moderno) e Inglaterra (espejo en el que se miraron los pueblos europeos que aspiraban a organizarse en libertad)

Después de la invasión de los normandos, Inglaterra se encontró con una población bastante homogénea y democráticamente jerarquizada, lo que le permitió sortear de alguna manera este problema durante algún tiempo, tal y como explica Ariznabarreta (Cuaderno 13: Totalitarismo vs Democracia).

UN PROYECTO INCONCLUSO



Pero, hay que señalar que, como es evidente, el proceso no ha finalizado y, a tenor, sobre todo, de modificaciones en los avatares del conflicto, siguen produciéndose en el mundo occidental constantes ensayos de creación, adopción, retoque y adaptación no sólo de nuevos gobiernos, sino de nuevos regímenes, sistemas políticos e, incluso, tipos de Estado que suponen avances o retrocesos hacia alguno de los extremos del continuo.

Los Estados totalitarios puros son los que los jefes de Estado gobiernan sin oposición real y según sus necesidades o codicia personal, los cuales llegaron a su cenit en Europa con la Francia del Bourbón Luis XIV, “el rey Sol”, el cual decía -no sin razón-, que “el Estado soy yo”, estaba en su plenitud el modelo absolutista. 

El Estado español trató durante mucho tiempo de imitar el modelo francés cuya perfección y efectividad totalitarias no ha cesado de envidiar y que no alcanzó hasta la dictadura del General Franco (1936-1978).


El modelo totalitario del absolutismo, quebró por la ineptitud precisamente de los Bourbones, pero se reconstruyó a sí mismo tras Revolución Francesa, evolucionando a otro punto cumbre del totalitarismo mediante una carrera imperialista a nivel mundial, para llegar al siglo XX al fascismo y al comunismo estalinista, con sus imitadores mediante dictaduras por toda Europa, América y Asía que copiaban la esencia de los mismos.

LAS DICTADURAS

Teatro Arriaga 20 de abril de 1942, Bilbao. La Filarmónica de Berlín celebrando en cumpleaños de Adolf Hitler. 


Tras la caída de los Estados absolutistas basados en la concentración de todo el poder en la figura del rey, surgieron nuevos modelos de Estados totalitarios, pasaron de basarse sólo en su ejército y a lo sumo una élite aristocrática del absolutismo, a incluir también la fuerza bruta del pueblo, el cual tiene un poder infinitamente superior a los anteriores si es capaz de ejercerlo, tanto para bien (democracia) como para mal (totalitarismo).

Nietzsche en Alemania (1844-1900) y su discípulo Ortega y Gasset (1883-1955) en España, hablaban del “Super-hombre”, de la supervivencia del más fuerte y de la destrucción del más débil: el Estado debía de estar en manos de unos pocos hombres por ser superiores al resto. Estas ideas llevaron a Europa a una nueva etapa de imperialismo y sobre todo a las Dos Guerras Mundiales, en las cuales cayeron varios de éstos Estados totalitarios como el alemán o el italiano (pero pervivieron en su pureza en España o Portugal), no así el modelo totalitario alternativo  "de izquierdas" representado por la URSS.


Así, para Hitler o Stalin como antes para Napoleón, el pueblo francés, alemán o el ruso, era tan sólo un instrumento más para aumentar su poder y saciar su codicia personal. Para ello, les hicieron creer a sus “conciudadanos” (antes llamados “súbditos”, pero en ambos casos a sus pies), que sus intereses particulares eran el interés común de todos, y lo consiguieron.

“¿Es la democracia un medio para hacer que el pueblo consienta a lo que el gobierno se propone hacer, o que el gobierno haga lo que el pueblo quiere? Las dos cosas son muy distintas y, sin embargo, si lo único que queremos lograr es el consenso, se puede obtener de cualquiera de las dos maneras” A.D. Lindsay.


El comunismo marxista preveía que el pueblo proletario llegaría al poder y por tanto se acabaría con el dualismo gobierno-pueblo (“la dictadura del proletario” le llamó Marx). 

Por primera vez las necesidades del pueblo y del gobierno serían las mismas, en la lucha de clases vence la “masa” de Ortega y Gasset, vence el pueblo. Para ello Rusia eliminó a los zares por el politburó, pero el modelo final era muy similar al modelo de la República Romana, donde los patricios se alternaban en el control del Imperio que cada vez fueron haciendo más grande para aumentar su patrimonio invadiendo o controlando Estados y pueblos satélite hasta su total colapso.

El siglo XX desde la óptica del siglo XXI, es por tanto el de la continuación de los Estados totalitarios, los que se llamarán en general fascistas y comunistas, los de derechas y los supuestamente de izquierdas.

EL ESTADO NACIÓN EN ESPAÑA



"El Estado español ha ido eliminando paulatinamente a lo largo de la historia las resistencias de toda índole con las que se ha ido topando y que han hecho frente a sus pretensiones de detentar el poder en exclusiva. Las guerras de las Germanías y de los Comuneros, unidas a persecuciones y ajusticiamientos indiscriminados y a expulsiones masivas, forjaron la primitiva España en torno a una aristocracia terrateniente, premoderna y católica a su manera, así como la conciencia sumisa y resignada de los españoles ante el poder, solamente acicateada por sentimientos nacionalistas que el Estado ha sabido utilizar a su favor" (Joseba Ariznabarreta).


Tras la unión de los Reyes Católicos de gran parte de la península ibérica, siendo los aragoneses muchos menos que los castellanos, aquéllos fueron a su vez víctimas de la codicia de sus reyes e incluso el pueblo castellano al acabar el germánico Carlos V de Alemania y I de Castilla con los comuneros (el título de Carlos I de España es falso, no existió como no existía la nación española que sus reyes tendrán que "forjar").


Siglos después, ya no eran unos reyes y su casta de guerreros quienes hacían la guerra y después gobernaban los territorios invadidos, sino que será el propio pueblo español surgido sobre todo tras la invasión francesa (1808-12), quien, tras eliminar su resistencia interna, se lanzó a aplastar a los pueblos de los Estados que conquistaron y que aún no estaba asimilados (Granada 1492 o Nabarra desde 1054 hasta 1512-24) o que se unieron colateralmente al proyecto surgido de los Reyes Católicos (los países catalanes).


A continuación, había que agrandar el núcleo inicial sometiendo al resto de los pueblos y Estados peninsulares como el nabarro, sobre los que la monarquía había conseguido imponer su cetro y su legión de alcabaleros para crear desde arriba la nación que sirviera de relleno, justificación y soporte de los intereses exclusivos del Estado” (Joseba Ariznabarreta).

En el caso del español, durante los siglos XIX-XX, se deshizo de cualquier atisbo democrático tras una brutal limpieza ideológica y física por miedo a una implosión tras la pérdida colonial ultramarina (hablamos de las Guerras Forales mal llamadas Carlistas, golpes de Estado y de varias dictaduras). 



Siguió incluyendo a la Iglesia Católica como medio para controlar a las “masas”, es decir, el modelo totalitario y casi teocrático de sus fundadores los Reyes Católicos (aunque éstos nunca quisieron unir sus reinos), reyes de Castilla y de Aragón.

“Los tímidos conatos democratizadores de 1868, 1931 y 1977 han supuesto tantos fracasos debido a la debilidad social y organizativa de las fuerzas democráticas por un lado y a la resistencia del Estado (gobierno) a perder el control y la dirección monopolística de los recursos generados por la sociedad" Joseba Ariznabarreta


EL ESTADO NACIÓN DE NABARRA


Nabarra, por otra parte, acosada desde muy pronto por sus dos poderosos vecinos y enemigos, desarrolló a partir de finales del siglo noveno una forma de reino unido de carácter “democrático”, federal o confederal como un “pacto” entre el pueblo y su monarquía, la cual ni siquiera era hereditaria entre los primeros reyes; en los tiempos en los que el Estado moderno empieza a adquirir contornos definidos (siglos XIV, XV y XVI) chocará frontalmente Nabarra con su modelo basado en al poder local o municipal con el monismo centralista y la consecuente pretensión imperial y homogeneizadora hasta el genocidio de España y Francia.


Entre la “democracia” vasconabarra, asentada en el dualismo inherente a su específico derecho pirenaico, que los gobernados se encargaban de mantener también frente a las presiones de sus propios monarcas apoyados éstos por la Iglesia, y el precoz cesarismo español o francés, que busca, por caminos diferentes, pero de forma deliberada y planificada, erosionar y liquidar cualquier modalidad de reparto efectivo del poder, no cabían ya términos medios.


En un complicado juego diplomático, aprovechando los resquicios que dejaba la rivalidad entre los principales agresores, permitió todavía a Nabarra cierta vida política independiente, pero un preconcebido e imparable proceso contra ella había sido incoado en fechas tan tempranas como 1054, 1076 y 1200 por Castilla, y en menor medida por Aragón y Aquitania, y tras la conquista del núcleo principal del reino baskón en 1512-24 por una incipiente España y 1620 por Francia.


 
Durante lo que suele denominarse Antiguo Régimen, las características formales y materiales de los Estados vigentes mantuvieron la voluntad anexionista e integradora de estos últimos dentro de ciertos límites, escasos por la falta ya de soberanía, como pudo aún observarse en el sistema político foral, pero a medida que el despotismo se renovó y afianzó a la luz de una brutal y transparente relación de fuerzas, el desencuentro estructural se ponía cada día más de manifiesto, convirtiéndose Nabarra, como ha dicho un malogrado historiador, en “el primer laboratorio de observación y aplicación del maquiavelismo” (Manex Goyhenetche, “Historia General del País Vasco”).

Para conocer el Estado Moderno de Nabarra y sus características, se puede leer: https://lehoinabarra.blogspot.com/2014/07/como-era-el-estado-moderno-de-nabarra.html







TENEMOS NUESTRO PROPIO MODELO POLITICO: AUZOKRAZIA

TENEMOS NUESTRO PROPIO MODELO POLITICO: AUZOKRAZIA

Aitzol Altuna Enzunza
 

AUZOKRAZIA

En nuestro país la democracia entronca en la tradición, en la capilaridad del poder: desde el barrio (auzoak) a los valles o pueblos, y tiene su máxima expresión en reino o Estado de Nabarra.

Empieza con la “insaculación” o listas abiertas para los delegados populares, con el "auzolan” como modelo social y político, hasta el “alzar al rey” sobre el pavés, con la tradición democrática de “Leyes antes que reyes” y la “Cámara de Comptos” para el control de erario público desde 1258.

Es el Derecho Pirenaico o nabarro del cual nacieron los Fueros, y que poseían una democracia y un progresismo para su tiempo que no se llegó a alcanzar en Europa nuevamente hasta un siglo después de que fueran abolidos mediante diferentes guerras y brutal represión sobre la población civil, con el resultado de miles de muertos a finales del siglo XVIII en Francia (Revolución francesa) y durante siglo XIX en España (Guerras Carlistas o Forales). Básicamente, por no tener para entonces el pueblo nabarro y el Derecho Pirenaico que le es natural, el respaldo de su propio Estado.

Para los nabarros, los principios de la Revolución francesa de 1789 -como eran la soberanía nacional y el voto mediante por los representantes de la nación-, ya figuraban desde antiguo en sus Fueros, por lo que consideraban la Revolución Francesa como una “revolución extranjera” (Descree, A. Op. Cit., p 381, 383 y 386). 

Las Cortes de Nabarra, reunidas en la iglesia de San Pablo de Saint-Palais (Donapaleu), acordaron que: “La nación francesa puede llegar a darse una constitución bastante prudente o juiciosa para que Nabarra piense un día renunciar a los suyo y unirse a Francia, pero mientras ese día llega, no hará el sacrificio de su propia constitución que asegura su reposo y su libertad”.

PROGRESISTA

La “izquierda”, en su sentido actual de “progresista”, en nuestro país, tiene su modelo social propio en el entramado jurídico del Derecho Pirenaico basado en la costumbre, es decir, en el día día del pueblo nabarro y su naturaleza democrática y progresista.

Un progresismo que se retrataba en los Fueros en el plano social en el derecho de la mujer a participar en la vida pública o a testar (no conseguido, por ejemplo, por las mujeres españolas hasta 1978), en la gestión pública de las “tierras comunales” que beneficiaba al pueblo y que impedía la muerte por inanición de los menos favorecidos, en el primer caso mundial de una ley de “habeas corpus” u obligación de ser oído ante una acusación, con derecho a un abogado y a la seguridad en el trato con la imposibilidad de usar la tortura como medio para obtener una confesión (aún no conseguido, por ejemplo, por los españoles según Amnistía Internacional), así como el “derecho de asilo”, por el que las iglesias y también las casas particulares eran inviolables etc.

En 1868 Gipuzkoa era el territorio con menor delincuencia del Imperio castellano (llamado ahora España, proyecto inacabado de un Estado-nación castellano), tanto per cápita como en términos absolutos; contaba Gipuzkoa para entonces con un cuerpo policial propio de “mikeletes”, la milicia policial foral (llamados “miñones” en Alaba, los cuales han llegado hasta nuestros tiempos).

Sería, sin lugar a dudas, un modelo jurídico y una sociedad que hoy llamaríamos socialista o socialdemócrata por ser “democrática y progresista”, lo cual no es incompatible con ser tradicionalista, más bien al contrario, ya que la tradición era tener la democracia más evolucionada de su época.

ACONFESIONAL

Tampoco era incompatible con ser religioso/a. Es conocido el Edicto de Nantes de 1598 donde se reconoce la libertad de religión en Francia por Enrique III de Nabarra y IV de Francia, lo que pocos saben es que su madre, la calvinista-hugonote Juana III de Albert -que había logrado introducir en el reino nabarro el espíritu renacentista-, ya había emitido para entonces un “Manifiesto de los Gentileshombres y del pueblo de Nabarra” en 1568, donde ya se promulgaba la libertad de culto en el reino independiente de Nabarra y el vizcondado bearnés, el primero en tal sentido en toda Europa.

Para entonces Nabarra había sido refugio para judíos y musulmanes expulsados por los Reyes Católicos ya que, mientras se mantuvo libre, en el reino no actuó la Santa Inquisición, después muy activa con una caza de Brujas integrista que excedía el terreno de lo religioso, sobre todo en Alta Nabarra y Lapurdi, tal y como afirma el antropólogo español Caro Baroja en su libro “Los vascos”: “es posible que en las persecuciones sistemáticas de un seglar como Pierre Lancre, hubiera intención política, más o menos, velada de espíritu centralizador”.

Este modelo propio, democrático y progresista en lo social, por tanto de “izquierdas” en su sentido actual, es el único que ha tenido una aplicación sostenida en el tiempo en nuestro país con un rotundo éxito, es por tanto EL MODELO NAFARZALE o nabarrista DE LA AUZOKRAZIA.

NO ES COMUNISTA 

Las ideas “comunistas, marxistas o leninistas”, carecen de tradición en nuestra tierra, y nunca han tenido aplicación alguna fuera del plano intelectual de sus cada vez más escasos seguidores (todos por tanto sobre el papel o en Twitter), los cuales miran a Cuba como único modelo que queda ya en el mundo, modelos que, en la práctica “científica”, conducen indefectiblemente a crear una ingente masa de funcionariado y una clase dirigente autoritaria, escasa o nula democracia y, en lo económico, acaban en el colapso al intentar la planificación de la economía sobre un papel, tal y como ha demostrado reiterada y empíricamente la realidad.

NO ES LIBERAL

Del mismo modo, las ideas liberales del modelo americano-estadounidense, no tienen tradición alguna entre nosotros, ni parecen conducir a largo plazo a una situación económico-social mejor.

Es más, las dos grandes familias políticas mayoritarias y casi únicas en tierras nabarras, la socialdemocracia y la democracia cristiana, son totalmente compatibles con la naturaleza de nuestro entramado político autóctono, el Derecho Pirenaico o Fueros.

ES FORAL

Tras la invasión española-francesa del Estado de Nabarra, las discrepancias internas sobre el modelo jurídico-social fueron casi nulas, al seguir el pueblo nabarro bajo el régimen foral que le es natural (de abajo arriba), diametralmente opuesto en su fundamento al de los invasores (de arriba abajo y centralista-uniformizador).

Es más, la mayoría de los liberales vascos (muy minoritarios en el conjunto de la población, casi en su totalidad carlista-foralista) no luchaban por la supresión de los Fueros, sino por una adecuación de los mismos a sus intereses económicos. Así, mientras que los liberales en España eran enemigos de los Fueros, en Nabarra elaboraron un informe en 1820 y otro en 1833 en los que se destacaba eficacia de la administración y rigurosa gestión de los recursos públicos que suponían los Fueros. 

El liberal del partido republicano federalista de Pi y Maragall, el militar Olave, en 1883 (Sevilla 1831-La Rioja 1884, de padre alto nabarro), escribió un libro de título "Reseñas históricas y análisis comparativo de las Constituciones Forales de Navarra, Aragón, Cataluña y Valencia"; en el mismo se pedía la unidad de Alta Nabarra, La Nabarra Occidental, Baja Nabarra y La Rioja: "Navarra está dispuesta a admitir una libre reincorporación de los territorios de La Rioja, Baskongadas y la Sexta Merindad de Ultrapuertos (hoy francesa), que antes fueron navarros; constando ya que, en algunos de ellos, existe la patriótica tendencia a tan fraternal y conveniente unión, cuando las circunstancias lo permitan".

ES DEMOCRÁTICO

El consenso perdido por nuestra nación y que nos hace tan débiles para recuperar nuestra libertad, debe de partir de donde se perdió, de una continuidad de nuestro entramado jurídico, social y político autóctono: el Derecho Pirenaico y Estado de Nabarra (Izan eta Ukan), por haberse demostrado como integrador, cohesionador, progresista y democrático, modelo jurídico-social y político que nos separa de forma abrupta de los modelos imperialistas de españoles y franceses, que, aunque disfrazados de democráticos o incluso de izquierdas o progresistas, sólo esconden la imposibilidad del imperialismo de escuchar al pueblo y de estructurarse de abajo a arriba, es decir, de democratizarse.

Incluso en el presente tenemos un caso legislativo pleno basado en el Derecho Pirenaico. La Constitución Andorrana aprobada en referéndum en 1993, es una actualización del Derecho Pirenaico que sigue en pleno vigor y en su máxima expresión como ley de un Estado independiente, debido a que los copríncipes de Andorra eran los reyes de Nabarra (corona hoy en manos de la familia Foix-Albert), los cuales hicieron extensivo el Derecho Pirenaico tanto a Andorra como al Bearne (Estados en lo que también gobernaban), por tanto sería una actualización de nuestros antiguos Fueros a imitar.

Según expone el historiador y abogado Tomás Urzainqui, fue el hecho de que el Estado nabarro fuese un Estado moderno, «con una sociedad políticamente cohesionada y unas instituciones sólidas, lo que obligó a los conquistadores a tener que soportar, muy a su pesar, la existencia de un sistema jurídico, político y social mucho más avanzado y desarrollado que el suyo propio».

UN MODELO QUE FUNCIONABA

No es una reflexión nueva, más bien es la visión de la realidad nabarra que también tenían nuestros más ilustres visitantes: “El País Vasco es un pueblo que conservado por una larga serie de siglos su primitiva lengua y, en gran parte también, su antiguo régimen y costumbres, y que, según la feliz expresión de un moderno escritor, se ha sustraído tanto a la mirada del observador, como a la espada del conquistador, el pueblo de los vascos o nabarros (…).

Aún en tiempos más modernos, desgarrado por dos pedazos muy desiguales y subordinado a naciones poderosas, no han renunciado los vascos, empero, a ningún modo a su propia manera de ser. Sin mezclarse con ninguno de sus vecinos, han permanecido en un estado de sencillez de costumbres primitiva a despecho de todos los progresos del lujo y del refinamiento que les rodean y han conservado siempre la peculiaridad de su carácter nacional, y ante todo el antiguo espíritu de libertad e independencia, que ya ensalzaban los escritores griegos y romanos (…) en el País Vasco hay un apartamiento menos visible de clases” (Wilhem von Humboldt, año 1801, “Los Vascos”... o vasconabarros).